Un fan número 1-A

… compra originales, y el mismo día de su lanzamiento, todos los discos de su artista favorito.

… no le importa escuchar una vez tras otra sus producciones y, en caso de que llegaran a rayarse por exceso de uso, no piensa dos veces la posibilidad de volver a comprarlas.

… entra a la página web de su ídolo varias veces al día para saber de primera mano qué hay de nuevo alrededor del mismo.

… colecciona todo tipo de «memorabilia» alusiva (posters, revistas con su imagen, mercancías que lleven su firma, etc).

… está al pendiente de todas y cada una de las apariciones públicas que pueda tener «la luz de sus ojos».

… compra de primera mano las taquillas para asistir a su concierto más próximo.

… adquiere cuanta biografía se edite (autorizada o no) con la esperanza de alimentar cada vez más su constante sed de conocimiento.

… desarrolla un sentido de identificación tal con el personaje en cuestión que incluso puede ser capaz de afirmar o desmentir informaciones personales que trasciendan en los medios de comunicación sobre él. Y, en la mayoría de los casos, con una vehemencia impresionante.

… muchas veces conoce más de su ídolo que de sí mismo.

… está dispuesto a correr todo tipo de riesgos con tal de compartir de cerca con su fuente de inspiración.

… si tiene mala memoria, y no recuerda haber prestado sus discos, los compra nuevamente por miedo a haberlos extraviado.

… vota en cuanta premiación abierta al público exista.

… ve en él un modelo a seguir.

… cuando escucha a alguien hablar de su estrella favorita, de inmediato se inmiscuye -directa o indirectamente- en la conversación.

… defiende a su ser admirado a capa y espada.

… encuentra que todas las canciones de su «héroe» caen como anillo al dedo para cada circunstancia de vida.

… es visto por muchos como un «freak», pero no le da importancia a ese tipo de críticas.